Trayecto: Parque las Conchas - Hotel Prados del Sol, 357km., San Luis, Petén
Distancia recorrida: 81 km
Tiempo circulando: 05:52 horas
Velocidad media: 13 km/h
Tiempo: Lluvia al principio con momentos de sol y sol total
Más lluvia... me preocupaba bastante ver las cascadas de las Conchas con ese panorama tan oscuro... eran las 6 de la mañana y me levanté corriendo para no levantar sospechas, por si acaso.
Aunque creía que no habría problema alguno por acampar en esa gran área sin nada alrededor, en un abrir y cerrar de ojos, ya tenía la tienda empaquetada en la bici con todas sus alforjas encima, y nunca mejor dicho, ya que la forré con plásticos para que no se me mojara nada de nada.
Esperé un rato en la zona bajo techo hasta que terminó de llover, aunque no lo parecía, y lo digo por las gotas constantes que caían de los árboles sin cesar. En el Parque aún no había signos de vida con lo que agarré la bici y me metí por caminitos llenos de piedras mezclado con barro hasta que a unos 100 metros de donde había acampado vi las primeras pozas del río.
Como seguía sin ver a nadie até la bicicleta y empecé a pasear por la zona. Realmente era muy bonito y se respiraba muchísima tranquilidad.
Estaba yo y la naturaleza totalmente a solas con lo que decidí meterme en la poza grande, donde caía la catarata más grande y nadé como en semuc champey gozando de ese entorno privilegiado.
El área de las pozas y todo en conjunto me parecía algo más pequeña que Semuc y el agua marrón y nada cristalinas fueron la gran nota negativa comparado con ese otro lugar precioso del que había disfrutado unas semanas atrás... eso si la catarata principal era una cosa espectacular, mucho más que las de Semuc, así se mantenían cerca o empatados.
Justo en esa catarata me metí un baño desafiando las fuerzas del agua y nadando hasta lo más próximo que pude. Una lucha desigual pero preciosa en la que siempre recordaré cuando pasé por debajo donde se formaba una pequeña gruta detrás de la cascada, tal y como si fuera una película de indiana Jones.
No me tiré de la catarata principal hacia abajo por precaución, aunque sabía que otros lo habían hecho. Lo que si era cierto es que pude caminar y nadar a mi antojo por todas las pozas hasta dos horas después de empezar el paseo, cuando el control del parque llego sobre las 10 y me pregunto que hacía por ahí sin haber abierto... le impresionó tanto mi historia y le encantaron mis aventuras en general así que me pidió tan sólo el abono como nacional, mucho más barato que el de turista a parte de no cobrarme nada por mi acampada, medio ilegal en el mismo parque.
Habiendo hecho nuevos amigos decidí desayunar en el parque. Lo hice saboreando un paté de frijoles negros. El sol se decidió a salir dando luz a todo ese espectáculo natural. Era el colofón perfecto para dar el pistoletazo inicial a mi continuación del viaje con la bici, dejando las Conchas atrás y con una sonrisa, como siempre, natural.
Volviendo tras mis rastros de neumáticos, atravesando de nuevo esos caminitos embarrados y pedregosos, llegué de nuevo al crucé de la carretera principal y de nuevo corrí los 30 kilómetros, sacando otro tipo de las mismas fotos que el día anterior hasta llegar al cruce de la carretera a Tikal y del que estaba a pocos metros de la frontera imaginaria natural de montañas que separaba Belice de Guatemala.
Continúe por Guatemala, ya que no había alternativa, con la idea de llegar en un par de días más, primero a Flores y después a Tikal, las ruinas mayas más famosas de Guatemala, aunque antes hice un break en el camino para comer de nuevo en el puesto de las empanadas, que ya había catado el día anterior y por un dólar finiquité el delirio gastronómico (irónico) para continuar carretera arriba.
Por el camino el sol empezó a brillar y, aunque eran unas buenas subidas las que dejaba Petén, la región por la que andaba yo las surqué con mucho amor y algo cansado, sacando fotografías que de seguro me llenarían de belleza la memoria de la cámara...
En ruta una serpiente coral estuvo a punto de cruzarse en mi rueda y tan sólo mis reflejos consiguieron sortearla. Para los pocos entendidos en serpientes, esta es una de las más peligrosas del mundo y, siendo muuuy chiquita, su veneno puede matar a cualquiera. En mi caza con la cámara por una instantánea, un niño que jugaba en su casa la acabó matando ante mi lente y con una reacción de risa y satisfacción se despidió de mí como si de un superhéroe se tratara. Fíjate cómo se las gastan los patojos de Guatemala.
Con la luna y la noche acechándome sin ningún control y a pocos minutos de darme caza vi un hotel de carretera que parecía muy grande. Como aún quedaban muchos kilómetros hasta mi llegada a Poptun, el lugar que había escogido para dormir en el día de hoy me animé sin perder nada en este lugar con vistas amplias para poder acampar.
El hotel llamado Prados del Sol en el kilómetro 357 de la carretera hacia Tikal fue realmente una sorpresa para mí y, si apunto todos los datos, es que espero poder ayudar de alguna manera y devolver parte del gran ofrecimiento que Ismael, el encargado del hotel, me dio pasar una noche gratis...
No tenía palabras para tal ofrecimiento que tan pocas veces me había ocurrido y que tan bien me venía de vez en cuando.
Además el señor, después de una ducha caliente y bien limpio, me invitó a cenar una cena típica chapina con los huevos estrellados banana, queso crema, frijoles triturados y queso normal, delicioso. ¡Qué bien viene una cena así después de 80 kilómetros! ¿Verdad? Ya no os cuento que tal la cama porque dormí como un bebé en total silencio y sin preocupaciones extras, más que de dormir...
Etiqueta: La vuelta al mundo
21 / 02 / 16