Tiempo: Nubes y lluvia
Hay pocos lugares que no conociera y que me sorprendieron en lo que va de vuelta al planeta; pero aquí, en Colombia, ha habido uno que lo ha conseguido: el Peñón de Guatapé. Un lugar que es pura magia, una roca especial y bien grande rodeada de agua e islas. Un paisaje diferente que antes de llegar me era absolutamente desconocido y del cual solo tendré buenos y bonitos recuerdos.
Empezamos la jornada mágica sobre las 8 de la mañana cuando nos recogieron del hotel de Francesc. Después hicimos una parada en la terminal de buses del norte para recoger a Andrés y seguimos con dirección hacia Guatapé.
Por el camino pasamos los pueblos de Guarne y Marinilla. Paramos a desayunar chorizo con arepa en un bar de carretera y seguimos la excursión visitando la loma del Chocho..
Seguimos más adelante y conocimos el viejo Peñol, replica de un pueblo hundido. Buenas vistas al río entre montañas verdes típicas de Colombia y paseamos por el pueblo con casas típicas de colores rodeado de flores.
De allí llegamos a la piedra de Peñol . Un plan imperdible es subir el Peñol de Guatapé. Son muchas las leyendas que se han contado acerca de su origen. Entre ellas, una aseguraba que se trataba de un meteorito, explicación que ha sido totalmente desmentida. Otra de las curiosidades es que se planeó pintar de blanco la palabra GUATAPÉ en la piedra; no obstante, por ser un patrimonio cultural, sólo logró pintarse GI. La piedra se ha convertido en un atractivo turístico del lugar, junto a la represa que la rodea.
Dejo una información que leí en Wikipedia y me parece muy interesante: la formación de la roca. La despresurización es un relajamiento mecánico de una masa rocosa cristalina sepultada que posteriormente, por erosión, emerge. La pérdida de presión de confinamiento significa una caída de las fuerzas confinantes y como respuesta un incremento en el volumen de la masa ya descubierta, para que las fuerzas de distensión den el domo, como ejemplo el Pan de Azúcar en Río de Janeiro o el Peñol en Guatapé
Volumen: 22 millones de m3., densidad 3000 kg/m3 para un total de 600 millones de Toneladas, perímetro: 770 m. altura sobre el nivel del mar 2137 m., composición: cuarzo, feldespato y mica.
Lo cierto es que la piedra fue escalada por primera vez en 1954 y desde entonces se convirtió en un lugar de visita obligatoria en la región. Está ubicada a 2 kilómetros antes de llegar al pueblo. Tiene 220 metros de altura y se deben subir 740 escalones para alcanzar la cima. El ascenso es exigente; pero vale toda la pena del mundo. A ritmo de fotos Francesc y yo tardamos 20 minutos para subirla hasta arriba.
Llegar hasta el final tiene su recompensa porque desde allí se aprecia la mejor panorámica del embalse y de todo el pueblo. Allí nos fotografiamos hasta más no poder.
Mas tarde bajamos a almorzar: trucha típica, también de la zona y conocer Guatapé.
Guatapé ostenta varios atractivos que hacen de este lugar un destino único: un embalse de aguas color verde esmeralda, una piedra de 220 metros de altura, que ya he comentado y los zócalos coloridos que embellecen las fachadas de todas sus viviendas.
Este municipio del oriente antioqueño, ubicado a una hora y media de Medellín, se abre a los viajeros con un mundo de color entre sus calles. Episodios para no olvidar desfilan por los muros de las viviendas, adornadas con zócalos que cuentan historias del pueblo y su gente: la religiosidad, los campesinos, los primeros pobladores. Entre otros dibujos en relieve que el ayuntamiento obliga poner y paga para ello cada vez que se construye una casa nueva.
En la década de 1970, Guatapé fue escogido por la Gobernación de Antioquia para construir una presa que, desde entonces, genera energía hidroeléctrica. Para ello fue necesario inundar gran parte del municipio.
El embalse cuenta con más de 2.200 hectáreas de extensión, que conforman un bello paisaje en el que inmensos lagos se cuelan entre las montañas verdes.
La calle principal conduce desde el centro hasta el malecón, un sendero peatonal de 900 metros que rodea gran parte del embalse. Allí los turistas pueden alquilar lanchas, bicicletas acuáticas, veleros y hasta yates.
Para mí y Francesc fue un día único e irrepetible y con él escribo un día increible en mi vuelta al mundo y 650 fotografías lo atestiguan.
De bajada a Medellín nuevamente dejamos a Francesc en el aeropuerto José María Córdoba, deseándole un feliz viaje a su ciudad y la mía y esperando volverme a encontrar en unos meses, cuando regrese de vuelta a casa.
Con la lluvia y la tristeza de la nueva despedida volví al hostal donde me encerré en el cuarto hasta la hora de cenar cuando me comí la última cena en Medellín: perro gigante con una gaseosa colombiana...
Etiqueta: La vuelta al mundo
24 / 10 / 15