Tiempo: Sol y nubes
Cómo en el día anterior Sor María aún no se presentó, con lo que volví a la casa de día para ayudar a los ancianos.
Esta vez me dediqué a ayudarles de una manera más relajada, sacando fotos en el gimnasio y después, en la sala con la computadora, ayudando les a hacer un video con fotos. Diseñarles una tarjeta de visita y enseñarles a bajar música totalmente legal.
Perdidos, los ancianos deambulan entre su mundo y el real. A veces me cautivan con sus sonrisas y cariños y otras se trastocan de una manera que ya me resultaba familiar por la experiencia vivida con mi abuela y abuelo. Un trastorno bipolar tan normal en la vejez de unas vidas ya exprimidas y decoradas con grandes y coloridas historias que, a la vez, denotaban unas experiencias vividas intensamente. La voz de la experiencia me decía que el camino que yo había tomado era el correcto y que, aunque podía un día de no acordarme de que había comido horas antes, seguro que me acordaría de que había comido en Ecuador.
Las nubes también forman parte del paisaje y, aunque el sol no siempre ilumina nuestros caminos y vidas, hay que mirar hacia arriba y probar de ver lindas y graciosas formas en ese techo tejido por algodones.
Como ejemplo a lo que digo me divertí muchísimo con algún viejito que me contó historias sobre su vida y, al decirle que estaba dando la vuelta al mundo, me dijo... si hermanito que chebere es ahora tu vida para reunir mil recuerdos en tus arrugas.
Para finalizar mi día tuvimos una buena noticia en la casa: era que sor María ya había vuelto y, aunque descansaba en su habitación de un tortuoso viaje de vuelta con su canoa, por fin podía decir que ya la conocía.
En su primer hola ya me pareció una gran persona comprometida con hacer el bien por encima de todo. Estuvimos charlando sobre las cosas en común que teníamos como era el pueblo de la Redonda y su gente, entre otras cosas.
Etiqueta: La vuelta al mundo
15 / 09 / 15